Los 20.000 hijos del Infierno

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En 1.994 en Ruanda se llevó a cabo el genocidio contra la
etnia de los Tutsis. En una de las «guerras» más cruentas de la que la
humanidad haya sido testigo, 800.000 hombres, mujeres y niños fueros
asesinados. Sus asesinos, de la etnia Hutu, además llevaron a cabo un
método escalofriante: la violación masiva y sistemática de las mujeres.
Se estima de que de esas violaciones nacieron 20.000 niños y muchas
mujeres contrajeron el H.I.V. Muchos de esos niños hoy son negados por
sus familias ysus madres, que deambulan muertas en vida sin
prácticamente ninguna ayuda psicológica ni económica de organización o
país alguno. Esta es la historia de esas mujeres, que concibieron a los
hijos del mayor terror que recuerde el mundo moderno.

tutsi-mapa-ruanda

“Esta es mi madre, este es mi hermano” dice una niña Tutsi, señalando una
foto donde se aprecian un montón de esqueletos.  «Esta es la foto que miro cuando estoy en mis peores momentos”, agrega al mismo tiempo que  se muerde el labio para contener el llanto: “Cuando miro esto odio a todo el mundo”.

La matanza comenzó el 7 de abril de 1994, un día después de que el presidente Juvénal Habyarimana, un Hutu, muriera luego de que su avión fuera derribado. A partir de ese hecho, durante cien días, las milicias Hutus encabezaron una matanza contra los Tutsis, un genocidio liso y llano; sólo en la primer semana, 65.000 personas fueron asesinadas.

Los Hutu no sólo mataban, también desarrollaban la guerra psicológica con mensajes radiales como este: “Todos los tutsis perecerán, los vamos a matar a todos como ratas”.

«Los soldados atacaron la casa de mi tío. Lo mataron.Mataron a mi tía. Cuando oyó las balas,  corrió y se escondió debajo de la cama. Ellos pensaron que habían atacado a todos los que se encontraban en la casa. Mi
tía se había muerto pero había puesto al bebé en sus pechos. Por lo tanto,
toda la sala estaba llena de sangre y cadáveres, salvo el pequeño bebé, que
estaba vivo y chupaba los senos de su madre muerta.
Había muchos soldados, y cuando uno me vio me preguntó si yo era de
las cucarachas, porque así llamaban a los tutsis. Ellos me dijeron: «Te
ves como ellos, te vamos a matar».  La vida de Marie fue perdonada por
un soldado, que le dijo que tenía pocas balas y que no las gastaría en
ella. Los milicianos usaban la ironía para hablar de sus violaciones.
Le llamaban «matrimonios» y agregaban: «Nos vamos a casar con
ustedes  hasta que dejen de respirar».

«Yo vivo con un legado del Genocidio, el HIV. soy madre pero no quiero
serlo. Cuando miro a esta niña me recuerda todo aquello. Quizás con el
tiempo me encante mi hija, pero ahora… no», dice con honestidad
brutal Filomena, otra de las miles de víctimas de las violaciones. Lo
mismo dice Valentine: «Me encanta mi primera hija porque fue fruto del
amor con mi marido. El segundo niño es fruto de una circunstancia no
deseada. Nunca he querido a este niño».

Diferente piensa Stella, que señala que «Cuando pienso en la vida de mi hijo veo que él es como un árbol sin ramas. Es mi vida. Si no lo tuviera no sé qué haría». Luego envía un mensaje al mundo, un mensaje al silencio.

«Sufrimos una tortura que ningún otro ser ha sufrido. Quiero decirle al mundo que tienen una deuda ¿por qué no han venido en nuestro rescate?».

Valentine y su hermana soportaron el calvario por días, agobiadas en medio del terror pensaron en cómo lograr que sus narices fueran más grandes, para exterminar la principal característica Tusti: la nariz pequeña. También pensaron en el suicidio y fueron a tirarse al río, pero al llegar las
impresionó la cantidad de cadáveres que fluían en el agua.

Filomena, la mujer que no quiere su hijo, producto del horror del infierno
terrenal, admite que nadie sabe que ella tiene Sida y que con los
hombres sólo llega hasta la etapa previa al sexo. Allí se retira.

Con la misma mirada que tienen el resto de sus pares violadas, se pregunta. «¿Por qué mueren las personas? ¿Por qué mi familia
tuvo que morir? ¿Por qué soy VIH positivo?» Tuve un Dios.
¿Dónde estaba él? ¿Por qué dejó que esto suceda?».

Este impresionante trabajo fue realizado por Jonathan Torgovnik para Media Storm, yo sólo hice una traducción y redacción narrativa de la historia. En el epílogo, Jonathan cuenta: «Ella sabe que yo sé. Ella Sabe por qué estoy allí. Ella quiere contar su historia. Después de dos o tres
entrevistas era difícil seguir, uno no puede prepararse para algo así.
A grandes retos, grandes desafíos. Esa difícil para nosotros comprender
a una madre que dice «yo no amo a mi hijo». Cuando yo le pregunté cómo
podían decirme que no amaban a su hijo, una puso la mano sobre mí y me
dijo que «yo ya sé lo que usted me está preguntando, entiendo muy bien.
Sé que es horrible decir eso, pero es lo que siento ahora. Tal vez
algún día cambie, pero usted escucha algo así y ya está, ¿cómo puede
comprender? No, no puede, no puede». Al mismo tiempo, luego de
entrevistar a 30 mujeres, 30 familias, yo creo que todas ellas aman a
sus hijos, pero les es difícil comprender las circunstancias, a causa
de la brutalidad. Varias de ellas dijeron también que aman a sus hijos
y que son sus esperanzas. Es muy complejo, admiro sus fuerzas. No sé
cómo hacen para continuar. La violación fue un arma muy utilizada
durante el genocidio de Ruanda. La herida está abierta y fresca.

Una de las últimas preguntas que les hice siempre a estas mujeres fue cómo
veían su futuro. Ellas me miraban con ironía y decían: «Usted me
pregunta sobre mi futuro… no sé que pasará conmigo mañana.» Les
repregunté cómo verían su futuro si tuvieran recursos, ayuda.

«La educación, educación para nuestros hijos. Si podemos
lograr que mantener a nuestros hijos en el sistema escolar, sabemos que serán capaces de desarrollar las habilidades para mantenerse a sí mismos, porque no sabemossi vamos a vivir por mucho tiempo». Jonathan no se conformó con sus fotografías, creó la Fundación Ruanda.

«Muchas de las milicias que violaron en Ruanda huyeron al Congo y hoy están violando en el Congo. Esto va más allá de mi comprensión, cómo el mundo permite que esto ocurra».

La Fundación Ruanda se creó para:

1) la financiación de su educación secundaria,

2) vinculación de sus madres a los psicólogos y los servicios de apoyo
médico

3) aumentar la sensibilización acerca de las consecuencias del genocidio y la
violencia sexual a través de la fotografía y los nuevos medios de comunicación.

Contribuir a la curación y la esperanza para las madres de los niños. Para obtener
más información visite: http://www.foundationrwanda.org

Las fotos de este post pertenecen a Jonathan Torgovnik. En Youtube está disponible la introducción del video, lamentablemente (qué error de los medios esto) no está disponible el código para insertarlo en los blogs.  Pero si has leído este post no puedes perderte el video del trabajo original completo. Es muy bueno y duro al mismo tiempo.

Se puede saber más sobre el Genocidio de Ruanda en la Wikipedia.

13 comentarios en “Los 20.000 hijos del Infierno

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  2. @Josete: Sinceramente la realidad en algunos lugares del mundo es muy dura, ante de este post lo de Ruanda sólo lo había escuchado en forma superficial. Al meterme en este tema me ha impactado lo que ha sufrido esta gente. Y me da bronca el silencio internacional, quizás en Ruanda no haya petróleo…

  3. Recuerdo que leí sobre el papel de los medios de comunicación cuando hacia una investigación sobre las caricaturas de Mahoma. En ese informe incluí este testimonio:

    Vincent Brossell, también de Reporteros Sin Fronteras (RSF), sostuvo que la libertad de expresión no debe amparar los llamados a la violencia y el asesinato. “Ese fue el caso de la radioemisora de Ruanda que exhortó a la mayoría étnica hutu a eliminar a miembros de la minoría tutsi.

    Pero las autoridades de Bélgica, Estados Unidos, Francia y la ONU no hicieron nada para silenciar a la radio que emitía llamados a la matanza, como informó la organización de derechos humanos Human Rights Watch»

  4. Pingback: El genocidio de Ruanda « El Arcón de Morgana LeFey

  5. La película «Hotel Rwanda» refleja bien ciertos aspectos de este bochornoso conflicto (todo el mundo debe sentirse avergonzado por permitir aquellos sucesos). Quizás no tanto el hablado en el post (las violaciones sistemáticas), pero sí el de la mediatización radiofónica y el llamamiento a la instigación y asesinato de miles de tutsis. Personalmente me gustó bastante y os la recomiendo.
    Más que interesante entrada. Salu2.

  6. Son este tipo de realidades que nos hacen sentir impunes como seres humanos, 20 mil hijos inocentes, mujeres con un pasado y presente destruido, con un futuro incierto… Gracias por difundir esta información es la única forma para hacer que los demás hagan algo.

    Saludios

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