El dios del cielo que no quiere morir

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La gente además de dañina es tonta. El motivo mayor que ha hecho desaparecer al rey de Los Andes en varios lugares de Sudamérica (y a su par de California, en EE.UU.) es la mala información; la creencia de que este animal atacaba el ganado, cuando en realidad, gracias a la ciencia,  se sabe que es un ave carroñera. Hablamos del cóndor andino, majestuoso, casi perfecto, el ave más grande que existe. Declarado extinto en Venezuela y cerca de serlo en Colombia y Ecuador, Argentina y Chile poseen hoy por hoy el placer de tener la mayor cantidad de población de este, el verdadero, rey del cielo, amo de la Cordillera.

Esta es una pequeña historia sobre su situación, sus caracteríticas, una experiencia personal que acabo de vivir y un regalo extra: fotos recientes de cóndores volando.

En el sur de Mendoza (lugar donde vivo), en el paradisíaco y turístico paraje de Valle Grande, mientras en tierra miles de personas van a descansar los fines de semana o a realizar actividades de aventura, sobre sus hombros, en el cielo, dos enormes alas extendidas vuelan en círculo aprovechando las corrientes de aire. Es el cóndor andino. Pero ¿qué hace allí?. Valle Grande no es un lugar cordillerano ni siquera de pre cordillera.

«Han empezado a volver de a poco desde hace un par de años», dice un viejo concurrente del lugar, que agrega que lo primero que se observó es una pareja. «Hoy hemos llegado a contar doce», dice.  ¿Cuál es la clave de su regreso y progreso en un lugar no cordillerano? Lisa y llanamente, huirle al hombre. Es que en el lugar hay altos y escarpados paredones de difícil acceso al hombre, es allí, en esas paredes, donde han nidificado y se están reproduciendo.

Conociendo esta novedad y habiendolos visto de lejos en uno de mis viajes al lugar, hace unas semanas me propuse hacer una nota al respecto, aunque claro, primero tendríamos que lograr fotografiarlos, cosa nada sencilla. Le pedí al fotógrafo que les hiciera «guardia». Un buen día, el fotógrafo que trabaja conmigo, lo logró.

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«En­cuen­tran abun­dan­cia de ali­men­tos en al­gu­nos sec­to­res que son de di­fí­cil ac­ce­so a otras es­pe­cies. En bue­na ho­ra que es­tén vol­vien­do, por­que te­nía en­ten­di­do que no se veían», se­ña­ló Jorge Gor­di­llo, guardaparque del Departamento de Fauna de Mendoza.

«El cón­dor -agregó- es un ave em­ble­má­ti­ca y es­tá pro­te­gi­da in­ter­na­cio­nal­men­te por­que es una es­pe­cie en pe­li­gro de ex­tin­ción; es el ave vo­la­do­ra más gran­de, ex­clu­si­va­men­te ca­rro­ñe­ra (que se ali­men­ta de ani­ma­les muer­tos)».

Es carroñera, estúpidos

Las causas que hacen a la retracción de esta especie están ligadas a la actividad humana. La errónea creencia que el Cóndor mata el ganado para comer, cuando en realidad es carroñero, ha hecho que se lo considere una plaga y que se lo mate injustificadamente. Además, las muertes por consumo de cebos tóxicos, la disminución de alimento en algunas áreas, la expansión de las ciudades, la alteración de su medio y principalmente la situación de desinformación que existe sobre esta especie han llevado al Cóndor Andino a su situación actual.

Gracias a miles de horas de observación, sabemos que el Cóndor Andino es un animal carroñero, es decir que se alimenta de animales muertos. De esta forma, evita la acumulación de cadáveres, previniendo la formación de focos de infección y cumpliendo un invalorable rol, como basurero natural, en el mantenimiento del equilibrio en el ecosistema andino. Asi mismo, gracias a su poderoso pico, juega un papel fundamental en la cadena alimenticia, dado que es el encargado de abrir los cueros de grandes animales muertos, permitiendo de esta manera, que otros carroñeros menores, puedan acceder al recurso alimenticio. (información extraída de Fundación Bioandina)

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Distribución y problemática

De acuerdo a la info disponible en la web de Bioandina, el antecedente de extinción del Cóndor Californiano, en América del Norte, quien ocupa el mismo nicho ecológico y sufre las mismas presiones de selección que el andino, pesa sobre la existencia del Cóndor de los Andes. Estados Unidos ha invertido más de 20 millones de dólares, desde 1987, para tratar de conservar los últimos ejemplares silvestres y aún su destino es incierto. Si bien Argentina posee las mejores poblaciones de Cóndores en Sudamérica, es evidente que no debemos esperar a llegar al punto en que se encontró el Cóndor Californiano, para tomar medidas de conservación.

En Sudamérica, el Cóndor Andino ha comenzado a dar síntomas de extinción. Se ha declarado extinto en Venezuela en 1965, en Colombia y Ecuador sobreviven menos de 100 ejemplares silvestres, Perú y Bolivia vieron reducidas sus poblaciones naturales y si bien Argentina y Chile sostienen las mejores poblaciones silvestres, ya se han registrado extinciones locales, como en la costa del Atlántico en la Patagonia Argentina, donde naturalistas de mediados de 1800, como Charles Darwin o Perito Moreno, encontraban poblaciones abundantes de esta especie, en sitios donde hoy ya no existen.

La sensación de verlos volar es indescriptible. Desde el dique construido por las manos del hombre veo a uno volar en círculos, imagino que ha localizado un cadáver de algún animal y se apresta a ser el primero en llegar al lugar, privilegio que suele compartir con los jotes. Este «dios» del cielo es un tipo fiel, vive con la misma pareja, a la que no abandona salvo que uno de los dos muera. Pone un huevo cada dos años al que alimenta regurgitando.

Mientras lo miro, deseo que a ningún asesino se le ocurra hacer puntería con estas aves que luchan incansablemente por seguir siendo los amos del cielo en Sudamérica, dioses aéreos a los que al crueldad y la ignorancia han puesto contra el rincón. Ojalá Nietzsche no tenga razón con eso de que «dios ha muerto», al menos en el caso del cóndor andino.

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Nota: Las fotos pertenecen a Diario Uno. Pueden leer la nota que hice sobre l regreso de los cóndores acá.