Dios, ¿podría dejar de enviarme spam?

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Hace unos meses, debido a que un cura católico confesó estar enamorado de una mujer y se cambió a otra variante religiosa que da libre albedrío con el celibato, me puse en contacto con los protagonistas de la historia para entrevistarlos. Una vez lograda la nota, comencé a recibir correos con consignas religiosas. El otro día, estando ya acostado, mi celular recibió un mail, al ver que era de esta gente nuevamente hablándome no sé qué cosa de una última cena (con lo rico que había cenado yo) me puse en contacto con ellos para que dejaran de incluirme en su evangelización 2.0. Lo que sigue es la captura de ese momento.

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Por ahora no he recibido más correo «divino» pero no puedo cantar victoria, porque la periodicidad que tenían para sus plegarias 2.0 es irregular.

¿Habrá updating? Ojalá que no, yo no molesto a nadie con mis creencias, sólo pido lo mismo.

La sonrisa de una mujer en India

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«Ella es una de las tantas mujeres que trabajan para las empresas de construcción de vivienda en la India. Cuida de las piedras todo el día.  La fotografié porque estaba impresionado de que, pese a esos trabajos físicos, pudiera darme tal hermosa sonrisa. Y ella tiene un rostro muy bonito. Es una pena que acá en la India las mujeres hagan los trabajos más duros mientras que los hombres están sentados alrededor».

La foto es impactante. Me hizo acordar a la famosa foto de la niña afgana (Sharbat Gula) tomada por Steve McCurry. Esta imagen es reciente. Es de un fotógrafo alemán llamado Robert y la vi ayer en mi sitio favorito de fotografías, 1x.com.

Al instante quedé impactado y me comuniqué en mi rudimentario inglés con su autor para pedirle el permiso correspondiente para publicarla. Las palabras que abren esta entrada le pertenecen a Robert a solicitud mía de que me narrara la historia de la foto. Además de admirar la calidad de la foto en sí misma y toda la significancia que transmite esa cara, hay que ubicarse en el contexto. La India.

La mujer en India

Un 80 por ciento de la población reside en las zonas rurales y el hinduismo es la religión mayoritaria. Entró en el nuevo milenio con mil millones de habitantes, número sensiblemnte superior a lo que se estimaba antes. El censo del 2001 determinó que faltaban millones de mujeres. Asi, la tendencia natural de la existencia de más mujeres que hombres, se revirtió. La discriminación que sufren en todos los aspectos afecta su propia supervivencia. Esa es una deducción posible.

Así analiza este artículo la situación: Como método para esquivar la carga económica que puede hundir la economía familiar, empezó a crecer de forma alarmante el número de abortos, hasta que el Gobierno detectó que en su mayoría eran casos en los que el bebé sería mujer. Por esta razón, desde 1996 una ley persigue poner fin a lo que califica de ‘feticidio de féminas’ y prohíbe las pruebas de determinación de sexo. También prohíbe revelar el sexo del bebé, aunque se pueda confirmar por ecografías que se hacen con otros fines.

Estas jóvenes, privadas de la infancia, realizan las tareas más duras y las que presentan mayor riesgo para la salud; las responsabilidades de la reproducción, la división sexual del trabajo y la escasez de educación y capacitación. Aunque esta situación es común en todos los grupos sociales, lo es más en el caso de las mujeres pobres, la inmensa mayoría de las mujeres indias, para las que la falta de medidas sanitarias, de higiene, de alimentos y de educación hacen casi imposible que puedan cubrir sus necesidades mínimas y garantizar la dignidad que merecen como seres humanos. Muchas familias acaban vendiendo a sus hijas o las casan a cambio de dinero

Muchas familias acaban vendiendo a sus hijas o las casan a cambio de dinero

Entre los hombres son comunes los casos de alcoholismo por la falta de recursos para afrontar la situación de pobreza, lo que se traduce en violencia y abuso sexual contra las mujeres, que tienen que cargar con el peso de la subsistencia de la familia, muy numerosa a causa de la negativa del hombre a utilizar métodos anticonceptivos.

Son muchos los ejemplos de maltrato. «Cuando Mantasha tenía 13 años, su madre le puso a trabajar en casa de una familia rica prometiéndole que, si se esforzaba mucho, iría a una escuela y se casaría. Pero la realidad fue mucho más cruda: no sólo no le pagaron nada por sus tareas domésticas, sino que le dejaban las migajas para comer, trabajaba hasta incluso pasada la medianoche y fue golpeada con un rodillo de amasar. Ahora lleva una vida completamente distinta» (leer la historia completa).

Ni hablar de las «devadasis», las mujeres prostituidas en nombre de la religión. Esos ojos claros que iluminan como los ojos de un felino en la noche. El sudor que le recorre el rostro, la vestimenta y esa sonrisa, pese a todo. Por esto y mucho más, la foto me parece una potentísima transmisora de vivencias, cultura, esfuerzo, injusticia, etc.

La niña que conmovió a un país

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¿Qué comiste hoy?, preguntó la periodista. Tortilla, respondió la nena con una sonrisa. ¿Y ayer a la noche?», repreguntó, quizás buscando el efecto premeditado. Fue allí que la niña sentenció: Nada. Y en medio del llanto dijo «no hemos comido nada, no tenemos plata». Corría el año 2002, Argentina atravesaba la peor crisis económica de su historia. Los problemas sociales eran «la» noticia. Pero no escandalizaban a nadie en un país en el que se han robado hasta el asombro. Pero un día, una camara de televisión se paró frente a una niña de la provincia de Tucumán de 8 años de edad:  Barbarita Flores. Su imagen, su llanto y sus palabras, sacudieron el alma de todo el país y recorrieron el mundo. Esta es la historia de la increíble cadena solidaria que le siguió a esa imagen, de la reacción de los gobiernos, del rol de los medios y de la desnutrición. Es la historia de Barbarita, que hoy tiene 16 años y cuyo llanto, según su madre, «salvó a la familia».

Ocho años después, aún duele verlo.

Barbarita dijo eso luego de haberse desmayado de hambre en la escuela. Pesaba 24 kilos. Su historia, o tal vez el hecho de llorar de hambre, así como suena, pusieron a la desnutrición en el tapete y generó una ola de reacciones en un país en el que entonces el 26% de sus habitantes era indigente. La niña se convirtió en un producto televisivo, en sensación mediática durante varias semanas.

Llevada a una famaque no buscó, Barbarita años después (ver segundo video) aborrece estudiar, ir a la escuela. ¿Por qué? Porque en su escuela, la empezaron a llamar «polenta con patas» (en alusión a lo que dijo que comía en aquella época). Además, como símbolo rotundo de la ineficacia y la demagogia estatal, los vecinos de la familia Flores muchas veces los señalan con envidia y rencor.

No resulta comprensible si se tiene en cuenta que a consecuencia de esa nota se construyeron 3 escuelas nuevas en la zona, se sacaron leyes (el hambre más urgente) y durante un año y medio el comedor de la zona recibió donaciones todos los días. Sin embargo, la ayuda particular que recibió la familia, su padre  fue tomado como empleado en la Casa de Gobierno, por ejemplo, generó el rencor de vecinos que, en muchos casos, pasaban o pasan por la misma situación y no llegan a entender «por qué a ellos sí y a nosotros no».

El recelo se puede comprender bien si se lee el siguiente párrafo aparecido en una nota de Página 12.

«“El día que Barbarita y Ruth se desmayaron yo no había podido conseguir nada para comer. Cuando vino la televisión yo me puse a un costado de la casa, me daba vergüenza. En ese momento yo no podía ver lo que pasaba afuera. Sólo pensaba en mis chicos”, comenta Flores. La reacción fue instantánea. La ayuda comenzó a agolparse en la escuela. De todo el país llegaban camionetas de Gendarmería con paquetes con comida, ropa y otras donaciones. “Un día se apareció un hombre de Santa Fe con su camioneta y se paró en la puerta de casa. Quería conocernos. Más tarde mandó un camión con las puertas, las ventanas y las chapas que hoy usted puede ver”, comenta Samuel. Al santafesino le siguieron otros: una jueza tucumana, Pilar Pietro, descargó muchas cajas de comida y ayuda en el living, en ese momento sin techar. “Un día llegó un hombre caminando con una bolsa de comida. Venía de Buenos Aires y había viajado en tren”, recuerda Samuel. Susana, una porteña que los visitó varias veces con su camioneta hasta el techo de cosas, suele incentivar al resto de los hijos de los Flores para que terminen los estudios. Un día golpearon obreros de la empresa telefónica. La instalación y el aparato estaban pagos, Samuel tenía que firmar la conformidad. Durante mucho tiempo, Julia, la benefactora, pagaba la factura en Buenos Aires. Hace un tiempo Julia se fue a vivir a Uruguay. Les dijo que no podría seguir pagando la cuenta y les recomendó que no perdieran la línea telefónica».

Pasado ese shock mediático, los Flores siguen viviendo en el mismo lugar, pusieron un pequeño almacén. Nadie en la familia se desmaya de hambre, pero nadie podría decir que no son pobres.

La fama es una señora de cuidado. Puede ser la rosa más bella del jardín, y también la espina más traicionera de esa rosa. Mientras Barbarita sufrió la burla social de sus pares por su repentina fama («se burlaban de lo que era verdad, dice ella), su madre no duda en aseverar que «mi familia se salvó gracias a todo lo que pasó con ella».

Hoy Barbarita ya es una mujer. Para un problema global el Estado reaccionó ayudándola a ella. Es como si en una guerra un soldado de un batallón comunicara al exterior que están siendo liquidados por el enemigo y su gobierna respondiera sacando al soldado de la guerra y dejando a sus compañeros en la misma situación. Demagogia, ineficacia.

«Los políticos vinieron porque sintieron la presión mediática y para decir, bueno, yo estuve ahí», cuenta el padre de la familia. Toda una definición de política tercermundista. Si bien hoy los índices de indigencia y pobreza han bajado, compararlo con aquéllos números no es acertado, ya que por entones la situación era de caos total. El precipicio no estaba a un paso, la caída ya había empezado y todos luchaban por aferrarse a algo.

El siguiente es el informe de un programa 6 años después de aquél abril de 2002 en que los argentinos derramaron lágrimas de realidad, de cruda realidad.

El rol de los medios

No se puede dudar de dos cosas, irónicamente distintas entre sí. Los medios ayudaron, sirvieron de algo, al menos para esa familia. Y claro, también hicieron su show, hubo de todo, morbo repugnante y trabajos más serios al respecto. Documentales, etc.

Hoy en día, en que en la televisión argentina los programas más vistos pasan por desnudos (bueno, semi desnudos, ver Show Match…) y horas y horas de tevé que se retroaliemnta de sí misma consumiendo y ofreciendo frivolidades, hay desnudos que no venden, que no son noticia. HAy «Barbaritas» que en pleno invierno viven así.

La foto, que muestra los pies apenas cubiertos por una sandalias en medio de 8.6º grados bajo cero, apareció en la edición impresa de Diario Uno del miércoles en medio de la ola de frío polar. Cuenta la vida de una familia pobre. Pero esto no es un escándalo, si hasta, como dije antes, el asombro hemos perdido. Es uno más. Tal vez reciba la visita de algún funcionario, tal vez no. Tal vez hace falta otra «Barbarita», u otra crisis encarnizada.

¿Sirvió de algo?

Esa inolvidable primera vez

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Hace pocas horas el satélite Planck nos deleitó con la primera imagen del Universo. Este hecho disparó mi curiosidad por otras «primeras veces», por lo que buscando encontré lo siguiente. Fotos de la primera vez de… (o que).

Primer autoretrato, tomado por Robert Cornelius en 1839.

Primera foto de un humano: «Boulevard du Temple», tomada por Louis Daguerre a finales de 1838 o principios de 1839. En el ángulo inferior izquierdo muestra una persona que se detuvo a lustrar sus zapatos.

Primera imagen completa de la Tierra: Tomada en 1972 por el Apolo 17.

Primera imagen en la web: La banda CERN, lo primero en la red a nivel visual.

Primera imagen completa de una molécula, tomada en 2009.

Primera imagen digital, imagen escaneada de Walden Kirsch, hecha en 1957 por su padre, Russell.

Primera imagen de la superficie de otro planeta, tomada por los rusos en 1975.

Primera foto a color, tomada por Clerk Maxwell en 1861.

Primera foto desde el Espacio, tomada por el cohete V-2 en 1946.

Primera imagen de un exoplaneta: publicada el 10 de setiembre de 2004, es la primera imagen de un planeta de otro sistema solar.

Primera imagen de rayos x, es la mano de la señora Wilhelm Roentgen, en 1895.

La primera foto: A Joseph Niépce tomar esta foto le llevó 8 horas de exposición.

Cuando la piel habla

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El tatuaje, en un estrato de la sociedad, es una moda, un símbolo de rebeldía, incluso un recurso estético. Pero hay otro sector en el que el tatuaje es mucho más significativo que eso. Los tatuajes carcelarios.

En medio del tedio, en un encierro donde el tiempo parece quieto, Juan Carlos, un preso de 22 años, se saca la remera y le pide a su compañero de celda que le pinche la aguja sobre el dibujo que se ha hecho en el brazo: es una espada rodeada por una serpiente y representa la muerte de un policía (ver original).

Hace un tiempo me tocó cubrir para el diario un escalofriante caso de homicidio. Un reo salido en libertad condicional no mucho antes, asesinó a un joven de unas 30 puñaladas. No conforme con eso, le cortó un tatuaje que tenía en la espalda. No entraré en los detalles de las declaraciones de sus cómplices, que señalaron que masticó ese pedazo de piel con el tatuaje y dijo «está salado». Sólo quiero referirme a una de las hipótesis que se manejó respecto a por qué había hecho eso. Se dijo que lo hizo (aunque nunca se comprobó) porque el joven lo había delatado en una causa entonces no merecía el «estatus» que le daba ese grabado. Jerga carcelaria, que le dicen.

La colección de tatuajes en el Departamento de Medicina Forense de la Universidad Jagellónica de Cracovia, Polonia, se compone de 60 objetos conservados en formol. Los tatuajes fueron recogidos de los presos de la penitenciaría, así como de los difuntos a quienes les fueron practicadas necropsias. El estudio señala que la mayoría son conexiones entre los internos y llevan consigo información. De hecho, muchas cárceles de países del primer mundo fotografían y estudian cada tatuaje en el cuerpo de los reos en busca de mensajes, de nuevas técnicas de comunicación secreta.

«Muchas veces un pandillero nuevo en la cárcel lleva inscripto en su cuerpo el mensaje de matar a determinado rival dentro de la cárcel», escuché decir a un guardia en un programa de Discovery sobre cárceles. Lo hacen para evitar riesgos de ser relacionados con el crimen, para volver invisibles losplanes criminales.

Los tatuajes tienen patrones y muchas veces representan pertenencia: a una banda (los famosos Maras centroamericanos lo usan mucho), a una raza, un barrio o a una categoría de delincuente.

No es lo mismo ser un ladrón, un homicida, que un violador. En Argentina, la marca identificatoria de un violador es este tatuaje.

La manzana comida tiene detrás una historia sangrientay que marcará a fuego la estadía de su portador: significa que quien lo lleva es la «mujer» de los demás presos. Será violado cada vez que el resto pueda y quiera y deberá realizar tareas «de hogar» para los demás, eso si tiene suerte, y no es asesinado antes. Ser violador, o violín, como se dice en Argentina, es una deshonra entre los delincuentes.

Hace unos meses, hablando con un guardiacárcel argentino, este me contó que cuano ingresan a un nuevo violador a la cárcel, los encargados de su traslado suelen «informar» su delito con una seña musical: hacen un movimiento con una mano sobre la otra, simulando el que hace un violinista al ejecutar su instrumento. El mensaje es claro: se trata de un violín.

Como en muchas cárceles hacerse un tatuaje no es sencillo por la falta de elementos para realizarlos o directamente porque está prohibido hacerlos, los reos agudizan su ingenio para realizarlos. Este es uno de los modos.

Se queman una ojota. Se coloca un plato y el humo que sale de la ojota se hace hollín que se pega al plato. Después ese hollín se raspa con una moneda. Se le pone un chorrito de orina , agua, pasta dentífrica y lista la tinta.
Se comienza a raspar la piel con las agujas y se traza el diseño.
Cuando empieza a brotar un poquito de sangre, se mojan las agujas en tinta china.
Se sigue raspando hasta que se vea que la tinta ha llegado a cierta profundidad de la piel.
Con alguna tela, se cierra bien fuerte y haciendo presión sobre la zona tatuada. El siguiente es un «arma tatuadora», usada en prisiones yanquis.

En la década del ’70 en Varsovia las autoridades analizaron 2.300 tatuajes para finalmente llegar a crear un catálogo de ellos. El proyecto de la universidad polaca de la que hablaba al principio muestra algunos de ellos en el video de este texto que recomiendo (en inglés).

El criminólogo español Rafael Salillas llevó a cabo un exhaustivo estudio sobre los tatuajes en los centros penitenciarios españoles en relación con el ambiente marginal y de exclusión social de las poblaciones de dichas instituciones.

Las partes preferidas del cuerpo son los brazos, en primer lugar, y el torso, en segundo lugar. Los motivos religiosos predominaban en presos por delitos de agresión personal y los motivos emocionales en presos por delitos de robo. Suele abundar la presencia de iniciales y ello tiene que ver con las relaciones sociales y la historia social personal de cada sujeto.

Muchas veces el tatuaje expresa un sentimiento religioso que acompaña al reo por muy delincuente que sea. Los tatuajes eróticos, amorosos, obscenos, se encuentran en un 15 a 20% de los estudiados. Hay tatuajes exhibicionistas propios de psicópatas sexuales, tribádicos propios de lesbianas o pederastas. Los tatuajes eróticos llegan al 40% en esas estadísticas (ver texto original).

Muchas veces los tatuajes se convierten en el peor enemigo para los portadores. Violadores que son apresados por «ese tatuaje en su mano», ladrones que son identificados por el tatuaje de la muñeca, etc. Ni la condición sexual se sava de tener su propia marca. En Argentina (vale la aclaración porque las significancias cambian de acuerdo a los países) un gay llevará marcado un alacrán.

Uno de los más elocuentes y sangrientos es el que representa la muerte de un policía. El delincuente que lo porta informa que es el asesino de un policía. Entre rejas, esa sola información le dará poder, sabido es el odio de los malvivientes hacia la ley, encarnado en quienes la representan. Este es el símbolo que lo ejemplifica; una serpiente enrollada en una espada.

En la imagen de apertura de este texto, los cinco puntos representan el odio a la policía. El punto del medio es el oficial, y los otros cuatro son los delincuentes rodeándolo.

El estigma se materializa en el tatuaje. Y se vuelve tan permanente como el color de la piel. Sin ser signos congénitos, los tatuajes son una marca permanente. El tatuaje visibiliza un estigma que podría permanecer relativamente oculto. Al menos, no tan visible físicamente. El tatuaje, así como la forma de vestir, crea una deformación física que no existía. Previene y provoca al transeúnte contra su portador. Un delincuente común quiere operar de forma solapada. El pandillero tatuado se denuncia ante sus víctimas potenciales. Mientras el ladrón premeditado disimula e intenta no delatarse, el pandillero se exhibe. Situado en las antípodas del cálculo del ladrón profesional, el pandillero muestra espontaneidad en la elección de su víctima, irracionalidad en su arrojo, improvisación de sus recursos y rasgos que denuncian su propósito: los tatuajes del curriculum, la jerga que activa una alarma, la forma de caminar.

El tatuaje tiene la propiedad de relegar, marginar. Como todo símbolo, el tatuaje provoca un diálogo y crea relaciones, o recrea las relaciones, reproduce y exacerba marginaciones. El estigma previamente existente de la marginación se cristaliza en las señales distintivas del pandillero y éste se convierte en un militante de su estigma. Los tatuajes, el particular atuendo, la manera de hablar y la forma de caminar son la señal, el aviso, de que ellos se inscriben en el grupo de los desacreditados. Provocan su desacreditación, levantan la sospecha. Procuran que sea perceptible su condición de estigmatizados, rebeldes y divorciados del orden establecido. Logran ser definidos por los demás en términos de su estigma (ver texto original).

El amor a las madres, el culto a un ídolo o santo (San La Muerte está de moda entre reos sudamericanos), un club de fútbol y muchos motivo más, son otros de los tipos de tatuajes elegidos en el mundo carcelario.

Quitar esa marca, esa identidad, se conivierte a veces en el objetivo para recuperar del mal camino a un pandillero, como intentan hacer en El Salvador (ver original). Quitárselo, incluso para quienes no han cometido delito alguno más que olvidarse que eso los acompañará por siempre, ya es otro tema, nada sencillo.